¿Cómo me convertí en directora creativa de mi marca? - Parte 1.
Como autodidacta, fui dando forma a mi manera de diseñar. Mi proceso está guiado por la pasión creativa y por el deseo profundo de crear experiencias que nos conecten.
Soy diseñadora por pasión. No estudié diseño de manera formal, pero desde pequeña he sentido una conexión profunda con el arte y la creación. Ya sea escribiendo, tejiendo, pintando o explorando cualquier otra forma de expresión, siempre he buscado dejar un pedazo de mi historia en todo lo que hago. Por supuesto, no siempre tuve claro que ese era mi motor, sin embargo, siempre hubo algo que me llevo a experimentar. Mi camino ha sido autodidacta, guiado por la curiosidad y el deseo de aprender, principalmente. He devorado libros, realizado cursos y experimentado con técnicas, en diferentes momentos, siempre con el objetivo de encontrar un equilibrio que siento que nuestro mundo necesita. Para mí, el diseño no es solo una forma de crear objetos o imágenes, sino una manera de comunicar emociones, contar historias y conectar con los demás.
Este post nace de varias preguntas que me han hecho últimamente, y que en el fondo apuntan a lo mismo: ¿Cómo llegaste a este mundo del diseño? ¿Qué pasó en ti para dejar tu carrera y empezar desde cero?
La respuesta no es lineal. Quizás nunca estuve tan alejada del diseño como parecía. Aunque mi camino profesional comenzó en la ciencia, siempre hubo en mí una necesidad de crear, de experimentar, de contar historias. Mis manos siempre han sido mi mejor herramienta.
Lo creativo estuvo ahí, silencioso pero constante, incluso cuando no lo reconocía como tal. Hoy entiendo que lo que parecía un cambio radical fue, en realidad, un regreso. Volver a lo que me mueve: imaginar, construir, diseñar con sentido. Porque aunque cambié de contexto, nunca dejé de buscar formas de hacer lo que amo, de explorar lo bello, de conectar con otros desde lo que puedo crear.
En 2024 volví a conectar con la lectura. Llevaba varios años sin leer más de un libro al año; supongo que, al estar tan enfocada en diseñar y tejer, fui dejando la lectura de lado, sin embargo, es algo que amo profundamente. Viajar de la mano de los autores es una de esas cosas que me llena de energía, y que además nutre mi proceso creativo. Gracias a la tecnología, retomé el hábito a través de los audiolibros. Al principio me costó adaptarme: me sentía un poco estresada porque no lograba concentrarme bien en los personajes y la trama al mismo tiempo. Pensé que eso de escuchar a alguien leer no era para mí. Pero poco a poco me fui acostumbrando… y ahora, no puedo parar.
He descubierto varios títulos que no conocía, especialmente de autoras que me han encantado. Prometo compartir contigo algunas recomendaciones muy pronto. Asi que cuando descubrí el libro Diseña: La belleza es fundamental para todo de Alan Moore, me llevé una gran sorpresa. En sus páginas encontré una metodología y una estrategia que, sin saberlo, había estado aplicando en mi trabajo desde siempre. A. Moore habla de la belleza como una necesidad, no como un lujo, y propone un enfoque holístico que integra la ética, la sostenibilidad y la conexión emocional. Al leerlo, me di cuenta de que mi pasión por crear siempre ha estado guiada por esos principios: buscar la belleza en lo cotidiano, inspirarme en la naturaleza, priorizar la simplicidad y, sobre todo, contar historias a través de mis creaciones.
Mi historia con CREAR empezó en la infancia
Desde muy pequeña, el arte ha sido mi refugio, mi juego favorito y mi forma de entender el mundo. Recuerdo cómo me perdía durante horas entre lápices de colores, papeles, telas y lanas. Mientras otras niñas soñaban con castillos, jugaban con muñecas, yo soñaba con crear mundos: bordar, inventar cuentos y escribirlos, mezclar colores, incluso soñar con pintar escenarios que luego serían para obras que todos disfrutarian. Esa conexión con la creación era orgánica y espontánea. No necesitaba una razón para crear, simplemente lo hacía. Además en muchos sentidos fue un refugio. Con los años, esa necesidad de expresarme no se apagó. Al contrario, fue creciendo conmigo, y me llevó a buscar nuevas formas de canalizar lo que sentía y pensaba. Por supuesto, entendí que aprender era el puente, asi que me sumergí en mis estudios y asi la ciencia me atrapo más que la literatura o los colores, que me deje ir hasta llegar a trabajar en ello por mas de dos decadas.
Lenguajes múltiples: escritura, tejido, pintura, edición
A lo largo de mi vida he explorado muchas formas de expresión: escribir historias, pintar cuadros, bordar, tejer. editar patrones, diseñar publicaciones. Cada una me ha enseñado algo distinto. No concibo la creatividad encerrada en una sola técnica o formato. Para mí, todo se entrelaza; somos la suma de nuestra conexiones. Tejer me enseñó la paciencia, perseverar y volver a empezar buscando la perfección y el aprendizaje permanente. Escribir me dio voz. Pintar me regaló el color. Editar me mostró el poder de dar forma a una idea. Cada disciplina fue un maestro distinto en esta escuela sin aulas que ha sido mi vida. En ese camino, aprendí a dejar atrás el miedo a “no saber lo suficiente” y a confiar en mi instinto creador. Las dudas nunca desaparecen, pero ahora elijo no alimentarlas.
Un enfoque autodidacta: curiosidad, estudio y práctica
Mi formación ha sido un collage de libros subrayados, cursos online, tutoriales nocturnos, generosas tutoras online, tejedoras y muchos experimentos fallidos, acompañados de descubrimientos maravillosos. No hay una sola vía para aprender, y eso lo tengo claro. Me gusta estudiar, observar, leer sobre diseño, arte, psicología, estética, comunicación, todo alimenta mi mirada y me inspira.
Una pieza clave en este recorrido fue encontrar el libro “Diseña: La belleza es fundamental para todo” de Alan Moore. Fue como descubrir que alguien había puesto palabras y estructura a todo lo que yo ya intuía. Moore habla de la belleza como una necesidad vital, no como un lujo. De la importancia de diseñar con propósito, con ética, con conexión emocional. Leerlo fue una validación de todo lo que yo ya venía sintiendo. Mi estilo en el diseño busca eso: belleza simple, natural, honesta. Inspirada por la naturaleza, guiada por el ritmo del cuerpo, pensada para personas reales. No para llenar estanterías ni para complacer estándares, sino para acompañar procesos, sostener historias y celebrar identidades.
Contar historias a través del diseño
Porque eso es, al final, lo que más me importa: contar historias. Que al verte en mi historia te inspires a mirar la tuya, que la reconozcas y desde su disfrute conectes contigo misma. No importa si es un chal tejido, una página diagramada o un patrón explicado con detalle. Cada creación es un puente entre lo que soy y lo que deseo compartir. Mi deseo de contar, de narrar a través de formas, texturas y palabras, es lo que da sentido a todo lo que hago. Hoy, después de años de crear, sigo aprendiendo cada día. Mi mensaje para TI, es que sepas que tú también puedes hacerlo. Que no necesitas una carrera para empezar. Que la pasión, la constancia y la curiosidad son maestros poderosos. Que diseñar es mucho más que seguir reglas: es atreverse a mirar el mundo con otros ojos y transformarlo con tus propias manos.
En la segunda parte de este post, quiero contarte cómo traduzco todos estos aprendizajes a mi día a día como directora creativa de mis propios proyectos: desde la creación de patrones, pasando por la edición de publicaciones como CREActívate, hasta la experiencia de diseñar con propósito, pensando en la comunidad que me acompaña. No es una receta, pero estoy segura que podrás encontrar algo que te lleve a visualizar mejor tu propia producción creativa.
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